Cuando mi jefe o el jefe de mi jefe, me llaman la atención por algún error que cometí o de la misma forma por uno que no cometí, por lo regular me encabrono un chingo, cuando eso sucede, inmediatamente les contesto con oficio pero de esos que destilan rabia y veneno, les digo su precio y cuanto valen, sus defectos y la forma en que van a sufrir al morir ,cuando los atropelle un camión urbano por federalismo, lleno de albañiles que se dirigen a ver un partido de las chivas, claro, el oficio nunca se los mando, pero como descansa el alma.
Suena bastante efectiva la técnica. Te diría que la usaré, pero mis jefes sí son chidos.
ResponderBorrara huevo... muy buena terapia
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